Running Sushi in Osaka, el Kaiten Sushi más auténtico

De los mismos dueños de la Izakaya (taberna) japonesa Ninja Ramen (Calle Barceló, 1) y del ambientado puesto callejero vintage de Hong Kong 70 (Calle Toledo, 28), en junio de 2020 abrió sus puertas el más sofisticado restaurante Kaiten Sushi de la capital, Running Sushi in Osaka — el sushi te llegara a la mesa directamente desde la cocina a través de una cinta transportadora.

Ya no es necesario viajar hasta Japón para disfrutar del concepto revolucionario de comida rápida, originario de la ciudad de Osaka, el kaiten sushi –que literalmente significa sushi que gira! Ahora solamente hay que desplazarse hasta Calle Hermosilla, 103, esquina con la calle Alcalá, en pleno distrito de Goya de Madrid, para disfrutar de esta experiencia totalmente autentica.

El aspecto más característico de Running Sushi in Osaka es su larga cinta giratoria cubierta y de dos pisos, una caliente y la otra fría, que recorre todo el restaurante y que llegan directas a la mesa a través del acceso a las mamparas que a la vez mantiene la correcta temperatura de la comida. Cinta única en Madrid e importada directamente de Japón, permite previa apertura del acceso situado en cada mesa, elegir y servirse uno mismo.  El concepto de “serve yourself”  evita tener que elegir sobre carta ya que todos los platos vienen directamente de la cocina a la mesa sin intermediarios y los comensales pueden degustar las que deseen sin límite Todo un acierto, en tiempos en los que la seguridad alimentaria se ha tornado prioritariaLa gastronomía de Running Sushi in Osaka  es variada y ofrece cientos de platos diferentes, propios de la gastronomía nipona, y también algunas variantes más mediterráneas para agradar los paladares de los más pequeños, ya que el restaurante ha sido concebido para acudir en familia.

 En la cinta desfilan en platitos individuales, con su tapa correspondiente, las diferentes propuestas recién salidas de cocina. Como entrantes fríos se ofrecen gran variedad de aperitivos, makis, temakis y nigiris, algunos de éstos últimos flambeados; como platos principales o calientes diferentes especialidades de arroz, tallarines, tempuras, brochetas, platos a base de cerdo, pollo o ternera, entre otros. De postre, fruta del tiempo o algunos dulces típicos del país como bao con crema de coco o bolas de sésamo, así como otras especialidades más locales como las tartas de chocolate, queso, manzana o San Marcos. En su carta de bebidas, lo único que sirven los camareros, se encuentran también algunas niponas como las cervezas Kirin, Sappro o Ashasi, así como Sake.

Para los paladares más exigentes y por un precio extra, ofrecen además una carta aparte de Recomendaciones del Chef en la que proponen una selección de Nigiris (atún, vieira, foie…) y tres Mini Tartares (de salmón, pez mantequilla o atún).

Su precio cerrado (sin bebidas) y con platos ilimitados es otro de los grandes atractivos del restaurante. Sin embargo, para evitar la glotonería, un aviso en los mantelitos individuales de papel advierte a los comensales de que los que dejen sobras considerables serán penalizados con 2 euros, que el restaurante destinará a fines benéficos.

En cuanto el local de una sola planta, está dividido en dos por su larga cinta giratoria entorno a la cual se distribuyen las mesas, que pueden ampliarse en función del número de comensales.

El proyecto se basó en la ciudad de Osaka, e intentó quedar lo más fiel a la decoración y al ambiente, transportando a todos a un mundo diferente, desde el momento en que se entra por la puerta.  En Osaka, las céntricas fachadas se decoran con muestras gigantes de lo que se come en los locales a pie de calle para que los turistas lo identifiquen, y de la misma manera, el enorme cangrejo que preside el acceso al establecimiento anuncia la entrada en un restaurante diferente y una experiencia única.

El interior está decorado con un  inmenso mural, que imita de suelo a techo una de las más famosas fachadas de Osaka, con carteles llamativos y coloridas publicidades. La parte quizás la más original y atractiva, sobre todo para los jóvenes, y los no tanto, es la pared del fondo, compuesta por recreaciones de las máquinas de recreativas y de videojuegos de los años 90 – un acierto seguro para recordar viejos tiempos y transportarnos a tierras niponas.

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