Cinco lugares con encanto para disfrutar del otoño
Los Jardines del Buen Retiro
Con 125 hectáreas y más de 15.000 árboles, el parque de El Retiro es un remanso verde en el centro de Madrid. Especial atención merecen algunos de sus jardines: el jardín de Vivaces, los jardines de Cecilio Rodríguez (jardines clasicistas con aires andaluces), los jardines del Arquitecto Herrero Palacios, la Rosaleda (colección de rosas) y el Parterre Francés con el Ciprés Calvo, el árbol más antiguo de Madrid, del que se dice que podría tener alrededor de 400 años.
No es solo uno de los pulmones de Madrid, sino que ofrece también cultura, ocio y deporte a madrileños y visitantes. Entre sus elementos arquitectónicos e históricos más importantes se encuentran: el Estanque Grande donde se puede practicar el remo, el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal, ambos utilizados actualmente como salas de exposición. El Palacio de Cristal, pabellón romántico creado para dar cabida a una muestra de plantas exóticas en la Exposición de Filipinas de 1887, es uno de los principales ejemplos de la arquitectura del hierro en España.
Además, El Retiro alberga esculturas y fuentes notables como son: el monumento a Alfonso XII, proyecto del arquitecto José Grasés Riera o el reservado de Fernando VII, situado en la esquina de las calles O’Donnell y Menéndez Pelayo. Este último incluye la Casa del Pescador, la Montaña Artificial y la Casa del Contrabandista (la antigua sala de fiestas Florida Park), que le confieren un aire romántico. Destacan además, la estatua de El Ángel caído; única escultura en el mundo que representa al diablo y la fuente de los Galápagos, que conmemora el nacimiento de Isabel II.

El Capricho
Estamos ante uno de los espacios verdes que conforman el patrimonio artístico-natural de Madrid. Situado en Alameda de Osuna, es uno de los parques más bellos y, paradójicamente, de los más desconocidos. Creado en 1784 por los Duques de Osuna y especialmente por la duquesa, doña María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel. Protectora de artistas, toreros e intelectuales, la duquesa creó un auténtico paraíso natural que frecuentaron las personalidades más ilustres de la época y en el que trabajaron los artistas, jardineros y escenográfos con más prestigio.
Después de la muerte de la duquesa comenzó su declive, que fue imparable hasta que en 1974 el Ayuntamiento de Madrid compró el parque y comenzó su recuperación, que finalizó en 1999. El parque alberga una importante riqueza botánica, escultórica y artística. Contiene templetes, ermitas, fuentes, plazoletas y el palacio de los duques.
El jardín ofrece tres estilos diferentes: el parterre o jardín francés, el paisaje inglés y el giardino italiano. Delante de la fachada oeste del palacio se extiende el parterre, con sus setos recortados como si de un bordado sobre la tierra se tratase. En la parte baja se sitúa el italiano, el espacio más antiguo de la finca, que mezcla los setos con árboles en los que tomar el sol en invierno o resguardarse a la sombra del sol veraniego. Cerca de éste, el laberinto, concebido para el juego amoroso y los escondites, está hecho con laurel y respeta los planos del que se plantó en vida de la duquesa. Por último, el resto del parque está concebido como un típico jardín paisajista inglés, evocando la naturaleza en su estado puro, que invita al paseo y a detenerse en los rincones más escondidos.
Campo del Moro
Impulsado en el siglo XIX por la Reina María Cristina, nos encontramos con un fabuloso jardín de estilo inglés decimonónico siguiendo el concepto romántico de la naturaleza.
Los terrenos del Campo del Moro no fueron ajardinados antes ante la imposibilidad de conectarlos con el Palacio Real, situado a mucha mayor altura. Esta posición elevada se aprovechó para crear una de las mejores perspectivas madrileñas, la del Palacio Real detrás de un gran tapiz verde jalonado por fuentes monumentales dentro de un amplio y sombrío jardín romántico. Los jardines cuentan con dos fuentes neoclásicas: la de los Tritones y la del Palacio de las Conchas.

El Hayedo de Montejo
Dice la leyenda que ciertos carboneros y leñadores de Montejo afirman que el bosque conocido como El Chaparral está habitado por duendes y hadas y que éstas, juguetonas y curiosas, gustaban de engatusar a los visitantes y caminantes del bosque con sus caricias y dulces cánticos. Estos cantos tan melosos y atractivos servían para llevar a los paseantes hasta sus guaridas y convertirlos en animales tales como la lagartija o el petirrojo, con el objetivo de dotar al mencionado bosque de mayor número de habitantes y lograr así mayor encanto.

Fuera así o no la llegada de fauna al Hayedo de Montejo, lo cierto es que por el año 1.460 el pueblo compra a un noble de Sepúlveda el monte de hayas y robles, a orillas del río Jarama, conocido como El Chaparral, hoy el Hayedo de Montejo de la Sierra. Aún así, se produjo algún contencioso por la propiedad de dicho monte. En un principio los señores de Buitrago expresaban que la propiedad era suya, pero cuenta la tradición que el propio Emperador Carlos I de España y V de Alemania dejó bien claro que el citado monte y bosque eran de Montejo.
El Hayedo es un paraje insólito dentro de la Comunidad de Madrid, Su origen se remonta a etapas lluviosas y húmedas postglaciares. Es difícil que se generen en estas latitudes, de ahí la curiosidad que despierta. El Hayedo está delimitado en su parte inferior por el río Jarama. En su ribera crecen brezos, abedules, serbales, etc. En las laderas de esta zona montañosa, las hayas surgen señoriales, demostrando su poderío en esta parte de la Sierra. Algunas veces forman agrupaciones, pero casi siempre aparecen mezcladas con robles y rebollos. Otra especie muy característica del Hayedo son los acebos, que asoman de vez en cuando y sirven de refugio para ciertos animales. La altitud del Hayedo oscila entre los 1.200 y los 1.600 metros, dependiendo de la zona donde nos encontremos. Su dimensión no es muy grande, tan solo tiene aprox. 222 hectáreas. La catalogación oficial que tiene el Hayedo de Montejo es la de Sitio Natural de Interés Nacional.

Los Reales Sitios de Aranjuez
Creado por Carlos IV, quien lo inició siendo todavía Príncipe de Asturias y lo concluyó siendo Rey, entre 1789 y 1808. Contrapuesto al de la Isla, es un Jardín paisajista que sigue la moda inglesa y francesa de fines del XVIII, pero conviene no olvidar que en él se integran elementos anteriores, como la huerta de la Primavera y el embarcadero de Fernando VI, y lo hecho por Carlos IV no es uno sino varios jardines.
Se accede al Jardín por la primera de las entradas monumentales, la puerta del embarcadero, y avanzando por la calle del mismo nombre queda a la derecha la antigua huerta de la Primavera, y a la izquierda el Tajo, que hace una curva con la que se encuentra el final de esta avenida: allí está el embarcadero que da nombre a la calle, precedido por una glorieta con cinco pintorescos pabellones. El más grande o pabellón real fue levantado por Bonavía en 1754, mientras que los otros cuatro se edificaron durante el reinado de Carlos III, para que el príncipe y la princesa de Asturias, Carlos y María Luisa, los utilizasen como casino de recreo; entonces se dispuso también, entre ellos, el pequeño jardín ochavado, que a modo de patio de honor separaba la calle del Embarcadero y el pabellón principal.
Cinco lugares con encanto para disfrutar del otoño.
Cinco lugares con encanto para disfrutar del otoño
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